Crónicas de un abuelo

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Johnny
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Re: Crónicas de un abuelo

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Shock

Esta tarde me ha llamado el Don por teléfono. Su entrecortada voz parecía salir de una tumba o del tunel del terror. No entendí bien lo que me decía, así que me presenté en su casa.
Esta vez no me ha invitado a nada (dejaré de ir por ahí). Se ha sentado en su sillón y ni si quiera me ha invitado a sentarme. Su cara era un mapa del Tibet, con más arrugas de las habituales.
“¿Que le ocurre ahora, Don Benito?”
“Johnny, no te creerás lo que acaba de pasar, estoy acojonado”...
Yo estaba haciendo ademanes para que prosiguiera con su relato, cuando entonces se me encendió la bombilla: “Oiga, Don Benito, por que no nos tomamos un poco de whisky y nos calmamos antes de proseguir”.
El Don accede al oportuno consejo y señala la cocina “Trae un par de vasos con hielo, Johnny”
Voy a la cocina, armo un par de vasos con hielo y de paso me adjudico la botella de Glenrothers de la vitrina. Aqua vitae con un suave regusto afrutado, un tanto picantón, primo hermano del Macallan. No es mi preferido, pero es lo mejor que tiene el viejo que ni se inmuta con la expropiación. El viejo parece bien jodido.

Mientras me sirvo el elixir de los dioses, el Don empieza su relato con la voz entrecortada.
“Ha pasado diez días desde que le di el pasaporte al Neko de los cojones, que apareció por el jardín sin ser invitado y haciéndote caso, le llevé a la vecina un gatito siamés de pocos meses para que se encariñara con él y dejara ya de una vez su puñetera neura de estar todas las tardes llamando al dichoso gato desde la ventana”
“Esta mañana me lo entregaron, compré también una cesta adecuada para él, con su lacito rojo.
Me presenté en la puerta de la vecina, al abrirla y ver el gatito enseguida se puso tierna y entre lagrimitas me invitó a pasar. Una vez sentados, le comenté que me preocupaba su angustia y que me había tomado la libertad de comprarle ese gatito para ella, para que se consolara por la desaparición del Neko”.

“Me agradeció mi buena intención y me comentó que ahora en vez de uno, ya tendría a dos amiguitos para cuidarlos”.
“¿Dooos?” Dije yo sorprendido. “¿A caso apareció Neko?” Le pregunté extrañado puesto que sabía perfectamente que el Neko yacía bajo un metro de tierra.
“Si, dos, el suyo y otro gato que hace unos días apareció en mi puerta, tal vez atraído por mis llamadas. Es un poco feuco pero me dio tanta lástima el pobre que lo he adoptado, le llamo Lucifer por lo feo que es y además parece que a él le gusta el nombre.”
Entonces lo llamó: “Lucifer, bonito, toma, toma”
Y de un salto apareció Napoleón sobre la mesa del comedor, enseñándome sus afilados dientes, soltando un bufido acojonante. “Me cagué en los pantalones y abandoné la casa corriendo lo más que pude, con el diablo persiguiéndome por el pasillo. No se cómo salí de allí, aún estoy temblando. Ahora el demonio vive al lado de mi casa, con la loca”.

Esta vez, Don Benito parecía un guiri abrasao por el Sol, más rojo que un tomate, con las venas de la sien a punto de estallar y lo peor, mantenía una mirada esquizofrénica, de caballo loco, sólo le faltaba sacar espuma por la boca.
Estuve a punto de darle dos yoyas para que calmara su histeria, pero como soy un tipo práctico, aproveché la ocasión y me metí dos lingotazos más del Glenrothers a la salud de Napoleón alias Lucifer y de paso me serví otra, no está la cosa para desperdiciar nada.
El Glenrothers hizo su efecto, dilatando mis arterias y acelerando el corazón que sin parar bombeaba sangre a chorros hacia mi cerebro, engrasando mis neuronas. El licántropo se revolvía dentro de mis entrañas susurrándome al oído mil sainetes y entuertos para aplicarle al viejo un correctivo por su estupidez y divertirme de lo lindo a su costa, pero me voy haciendo senil y joder a los demás por diversión, ya hace tiempo que no forma parte de mis apetencias existenciales, aún que Don Benito me lo estada poniendo a huevo.

Después de sopesar bien la nueva situación y meterme entre pecho y espalda media botella del apreciado elixir, para tranquilizar al viejo positivé el asunto.
“Oiga Don Berenjeno, digo Don Benito, eso ha sido voluntad de la Providencia. Creo que la convivencia del asqueroso bicho con la chiflada de al lado, será beneficiosa para usted. Seguro que el gato apreciará los mimos y cuidados de su nueva dueña. En invierno la vida callejera es dura y seguro que se amansará con la loca. Vamos a darle una oportunidad, no nos pongamos nerviosos.”

Sabía que el viejo era bastante supersticioso, tal vez debido a su experiencia en África, así que le comenté que tenía una buena amiga bruja del todo, de las que te hacen una buena límpia (por lo menos me las hacía cuando era joven), un buen exorcismo (también me lo hizo) o un buen cepillado astral (no recuerdo si el cepillado fue astral, creo recordar que el cepillado fue mutuo, pero no haré comentarios sobre este delicado asunto). El Don pareció calmarse y, aún que no las tenía todas consigo, acabamos con la botella de Whisky. No se si fueron mis tranquilizadoras palabras o el poderoso efecto embriagador del espíritu escocés, lo que terminó calmando finalmente al viejo.
Sin embargo, yo no las tenía todas conmigo, sabía bien que ese gato estaba poseído por un espíritu de venganza y tarde o temprano volvería a tener noticias del viejo. Antes de irme de la casa de Don Benito, miré por el ventanal que da al patio, desde allí observé una fantasmal figura que asomaba tras la ventana de la vecina, era Lucifer que con sus garras arañaba lentamente el vidrio como intentando afilar aún más sus terribles uñas.
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Johnny
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Re: Crónicas de un abuelo

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El gran desafío.

Primera parte.

Creo que por algún sitio os he comentado que conservo aún y en buen estado una carabina de aire comprimido Statical de la marca El Gamo.
Con mi Statical del año 1976 soy capaz de meterle un plomillo del 4,5 / .177” entre ceja y ceja a cualquier bicho que se lo merezca situado entre 10 y 15 metros de distancia. Te lo aseguro. Bug Bunny te lo puede confirmar, perdió su suerte y lo metí en la cazuela, estaba rico, rico, aun que eso pasó hace varias décadas.
Peeero...

No creo que Napoleón, alias Lucifer se merezca semejante correctivo por muy malévolo que sea, además ya dije en su momento, que yo no como gatos, pero con el paso que vamos, puede que algún día me coma uno, dicen que son tan buenos como los conejos. ¿Será cierto?.

Sentado en mi sillón preferido, acaricio, limpio y mimo mi Statical perdigonera.
Emulando al Bonaparte diré, cuarenta años nos contemplan desde este sillón.
El metal tiene en su parte exterior un poco de óxido, nada importante que no se pueda arreglar, el interior del cañón estriado, está impecable y limpio (el Ballistol hace milagros). En estos momentos, la estoy repasando bien y mirando de ponerla a punto por que el viejo me ha retado a un concurso de puntería en su casa, con barbacoa y Whisky incluido. Bueno, no me ha retado solo a mi, ha retado a todos, en un momento de extraño cruzamiento de cables, cuando estábamos hablando de la mierdecilla de carabina que se ha comprado.

Como lo que está en juego es una botella de Lagavulin, Dios es Cristo!!, me ha tocado la vena sensible, imposible de rechazar semejante reto. La Statical, tiene un muelle de 32/13,6/3 o sea, 32 vueltas, 13,6 mm de diámetro interior del muelle, 3 mm de grosor y un largo de 249,5 mm aproximadamente y calculo que conservará gran parte de los 7,5 julios originales ya que el muelle siempre ha estado trabajando con una pre-carga del 10%, así no ha perdido fuerza con el tiempo, ese es el secreto de los muelles de compresión.
Observo que cuando se carga, los alambres del muelle se tocan y están todos juntos, eso es buena señal, indica que el muelle sigue trabajando a su mayor potencia. La velocidad del balín estará sobre los 160 m/s.

Por otra parte, el arma la tengo justo al pelo, he de ir con mucho cuidado por que a veces al cerrar el cañón se dispara sola. Está un poco más allá del límite, que es como a mi me gusta, sólo acariciando la cola del gatillo ya dispara.
La junta tórica, se la cambié hace unos años atrás y como ha estado siempre protegida con vaselina, aún funciona correctamente. Con eso será suficiente. Esta herramienta es una maravilla, creo que “El Gamo”, como se denominaba antiguamente, no ha manufacturado nada mejor desde 1975.
Otra cosa es el tema del balín.

El balín es el factor que me puede dar una alegría o fastidiarme la sesión de tiro. Soy de los que piensan que cada carabina tiene su propio balín, tal vez sea una apreciación muy subjetiva, pero particularmente hago más blancos con unas marcas que con otras. En estos momentos estoy usando la marca Umarex, no son muy buenos, más bien normalitos pero ya llevo unos trescientos tirados y le he cogido el tranquillo, he de apuntar un pelín más alto, por que tienden a caer enseguida.
Personalmente me gustan los JSB Exact Beast Diabolo .177 con un peso de 16,2 grains (1,05 gr) son ideales para herramientas de 7,5 julios a los 20 metros, son unos balines de copa pesados.

El otro día, el Don se negó a regalarme su Delta, parece una carabina de feria con sus dos kilos de peso y con una culata de plástico...es para principiantes, indigno de un ex-sargento de la Legión francesa. Al viejo le tomaron el pelo...o tal vez dijo, por vergüenza, que la compraba para un sobrino suyo, vete a saber...lo que se seguro, es que el Lagavulín caerá en mis manos. Los demás cabras desempolvarán sus oxidadas herramientas, si las encuentran pero, creo que el bisagras se compró una hace pocos años atrás, no, ahora me viene a la memoria que fue una corta, no se si la traerá, no recuerdo la marca pero será divertido.



P/D. Perdonad el clip, no he podido aguantar la tentación de ponerlo aprovechando la ocasión y es que me he bajado el programa de edición DaVinci Resolve y éste es el primer clip que he editado; si, ya se, es un poco patatero y deja mucho que desear pero me ha hecho ilusión.

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Johnny
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Re: Crónicas de un abuelo

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La barbacoa

Bueno, nos comimos la barbacoa en su jardín, butifarras, pollo y secreto de cerdo, una sencilla barbacoa para una noche veraniega, suficiente para pasar un buen rato con desafío incluido. Se presentó el Bisagras y más tarde apareció Ramonocín con los postres, helados Magnum, un elegante helado con un palo en el culo. Ah!, el rata del Bisagras trajo unas prefabricadas tortillas de patata con cebolla, de esas que venden en los supermercados. Yo aporté dos botellas de Cava marca Gramona Imperial Brut bien frías; es uno de los pocos que suelo beber.

Una noche estupenda. Después del café concurso de tiro, que a falta de dianas utilizamos los palitos del helado. Ganamos todos menos el viejo que llevaba una cogorza y media gracias a la atención del Bisagras que escanciaba vino y todo lo que pudo en la copa del Don sin parar.
Es fácil incitar al Bisagras, solo con una mirada, media sonrisa y un levantamiento de ceja apuntando a la copa del Don, entendió rápidamente el mensaje.

Ramoncín no tenía herramienta, así que le presté la mía que se disparó sola al cerrar el cañón del arma y casi le dio a la ventana de la vecina loca. Eso que le avisé del grado de afinamiento de la cola del disparador (gatillo, para los menos entendidos en la materia).
Estuvimos unos segundos en silencio y medio acojonados, el Bisagras increpó a Ramoncín mientras Don Benito, con cara de acojonamiento no paraba de mirar la dichosa ventana con el insano pensamiento de ver a la loca de la vecina o peor aún, a Lucifer, pero no ocurrió nada.

La velada terminó con algún que otro petardo con el viejo dormido en una tumbona. Si, dormido que no durmiendo, como nos ilustró Don Camilo, cuando aclaró que “Dormido, no es lo mismo que durmiendo, por que no es lo mismo, jodido que jodiendo”. Y el viejo llevaba una buena “tajá”.
Del premio no se supo nada. Preguntamos a la mucama, que no paraba de intrigar con Ramoncín pero nos confirmó que no sabía nada del tal Lagavulín. El licántropo se cabreó de lo lindo y se empeñó en susurrarme al oído una venganza ideada, un malévolo sainete para escarmentar al Don. Me metí dos lingotazos más para mansar la fiera y acabar de redondear la idea.



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Johnny
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Re: Crónicas de un abuelo

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El gran desafío.
Segunda parte.

Inmediatamente me llevé al Bisagras a un rincón de la casa y le puse al día de todo el entuerto que había entre el viejo y el dichoso Lucifer. A pesar del pedo que llevaba encima, a medida que avanzaba en el relato de esta siniestra historia, el Bisagras se iba despejando y animando para darle un escarmiento al viejo por la muerte del inocente felino. Le enseñé con disimulo donde el octogenario sargento había enterrado a Neko el gato de la vecina. Empezamos a elaborar el entremés, un sainete bien confeccionado, con calidad, con excelencia oriental.

Para el entuerto proyectado, era necesario entrar en la casa del viejo cuando éste no estuviera, para ello teníamos que hacer una copia de la llave de la casa ya que a causa de Lucifer, el muro era inexpugnable con tanta alambrada. Dos caminos: Pedir la llave a la familia de Ramoncín, cosa fácil pero arriesgada, puesto que si el tiro nos salía por la culata, seríamos los primeros señalados.
La otra opción era buscar una pastilla de jabón y hacer un molde de la llave que estaba situada dentro de la cerradura de la parte de atrás de la puerta, como habitualmente suele dejarla la mucama.

No encontramos pastilla de jabón alguna, ni el en baño, ni en la cocina. El maldito gel lo ha desplazado de la mayoría de los hogares. Mira que es sano ducharse con jabón, sobretodo con jabón de coco que además tiene su gracia cuando se te resbala y la parienta es la encargada de recogerlo.
Pero parece que el anciano pudiera tener un mal recuerdo de la mili, vete a saber. De pastilla de jabón, nada de nada. Un desastre.

Por suerte al Bisagras, que es muy retorcido y ducho en sainetes, además de tener los dedos muy largos, se le ocurrió hacer un molde con miga de pan aplastada, de ese tipo de pan que venden embolsado en los supermercados y que el viejo tenía de sobra en la cocina. Salió perfecto y además se apuntó la marca de la llave: “Corbin” de la Black & Decker Company. Fabuloso. A la semana siguiente montamos el festival de terror.

Matusalén y su mucama, tienen hábitos fijos y para no hacer las cosas distintas, el viernes por la noche se fueron a cenar fuera, después al cine como es su costumbre. No habían doblado la esquina cuando el Bisagras y yo, ya estábamos en la puerta de su casa. El Bisagras había fabricado una copia exacta, según él. La llave entró sin dificultad pero no daba la vuelta, no había forma, cuanto más fuerza hacía, más nervioso se ponía cagándose en todo. Suerte que la calle es una corta y oscura callejuela, separada del centro y no suele circular gente, pero corríamos el peligro que algún vecino nos viera. Mi licántropo se revolvía con sus garras dentro de mi, a causa de la sobre dosis de adrenalina sobrevenida. Yo pedía tanto con insistencia la alternativa, que el iluso aprendiz de cerrajero al final me pasó los trastos y me dispuse a matar este toro resabiao.

Me tocó el turno de probar suerte con la espada, posiblemente algún diente no era de la talla correcta así que pensé que era mejor actuar no con fuerza sino con maña. Suavemente fui moviendo la llave de dentro a fuera ejerciendo además una leve presión lateral y al cabo de poco dio dos vueltas la cerradura abriendo finalmente la puerta. Fue como abrir un regalo de Navidad, Que ilusión!! Un escalofrío recorrió todo mi ser. Ahora debíamos cortarle las orejas al viejo!!

Entramos y dejé la llave fuera, un poco ladeada para que al salir no tuviéramos problemas para cerrarla. Nos dirigimos directamente al patio y el Bisagras, que tiene más estómago que yo, desenterró al finiquitado Neko, lo metimos en una bolsa de basura, extrañamente el gato, virgen y mártir no olía, el santo varón era incorrupto, pero estaba más tieso que un palo. Esparcimos la tierra hacia atrás y con mi navaja suiza imitamos las huellas de un felino. Después me dediqué a rascar un poco la corteza del pino como si el gato se hubiera ido hacia las ramas. Miré al Bisagras y su cara era idéntica a la del Joker, supongo que la mía debía estar igual, con una sonrisa de oreja a oreja.

Salimos inmediatamente, no sin antes verificar que no pasara nadie por la calle, como dos cacos que acaban de robar la casa, con bolsa en mano, con un gato muerto como botín (perdón, no ha sido mi intención, no soy tan ladino) al que tiramos a su correspondiente contenedor de materia orgánica para que fuera reciclado convenientemente. El sainete estaba servido.

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Johnny
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Re: Crónicas de un abuelo

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Lucet et Munda.

El espanto no tardó mucho en producirse. Don Benito me llamó profundamente conmocionado, yo llamé al Bisagras y a la Merche, amiga, bruja, sanadora de lo incurable, miembro de honor de la corte de los milagros, chamán, espiritista y zumbada del todo, la cual estaba ya metida en el ajo. Los tres nos presentamos en casa del “espantao”, para empezar el segundo acto del vodevil.
El Don escuchó con gran interés toda la parafernalia que recreamos el Bisagras y yo entorno a lo sucedido en la tumba del gato muerto. El Bisagras era de la opinión de que el tal Neko había resucitado como Lázaro y habría trepado huyendo por las ramas del árbol. Comentó que había leído, no sé dónde, algunas historias de soldados dados por muertos y enterrados que después habían salido de sus tumbas. Seguro que se lo había contado el Sargento Gorila de las Hazañas Bélicas, pero le había puesto tanta énfasis que casi hasta yo me lo creí.
Por mi parte, me limité a señalar las pruebas de la escena del crimen, señalándole al decrépito, las huellas y la disposición de tierra retirada, deduciendo que Lucifer había estado allí desenterrando a Neko y que se lo había llevado. Eso fue más creíble que la resurrección del muerto, por lo que el espanto del sargento fue monumental, allí mismo se acojonó del todo.

Pero tal como lo habíamos planeado, intervino la mano santera de la Merche: “Eso se arregla con una buena limpia, para acabar con todo el quilombo”, sentenció. Haciendo un extraño gesto con los dedos de la mano, como quien quiere robar algo en el aire.
Don Benito sin pensárselo dos veces, accedió de inmediato a la proposición para librarse de una vez por todas de las fuerzas malignas que por su casa circulaban. Así pues se procedió de inmediato al ritual.

Empezaba el tercer y último acto del magno entremés orquestado.

Antes de empezar, la Merche hizo prometer al viejo que haría todo el proceso del ritual, era absolutamente necesario e imprescindible que se aviniera a hacer todo lo que se le ordenaba, por muy raro o extraño que le pareciera, de no ser así, el ritual no tendría efecto alguno. Sobretodo exigía seriedad y formalidad (Esto último lo dijo mirándonos al Bisagras y a mi).

La Merche, bajó las persianas, solicitó una toalla, que extendió en el suelo del salón de la casa, y en sus cuatro vértices colocó unas varitas de sándalo humeantes para crear el adecuado ambiente esotérico. Entonces le pidió al viejo que se quedara en paños menores y que se colocara en el centro de la toalla, todo lo que podía llevar era los gallumbos...límpios por supuesto.

Aquí ya empezó el desmadre interior, mi licántropo despertó de sopetón, haciéndome sentar en un sillón, empezando a retorcerme, como quien quiere cagar y no puede. El Bisagras se sentó también, tal vez su cabra interior empezaba ya a dar saltos de alegría dentro de su alma.

Don Benito puntualizó que él no usaba nunca calzoncillos pero que no tenía ningún reparo en quedar completamente en cueros vivos. La mucama se enfadó como una mona y le trajo un bañador para que tapara sus abundantes vergüenzas. Mejor hubiera sido quedarse en pelotas por que el bañador era un ajustado tanga que no le favorecía en absoluto. Pensé que el tanga pudiera ser de la propia mucama. Una vez puesto de pié en la toalla, la bruja Merche sacó de su bolso un botellín que contenía aceite, sacro y balsámico, según ella y aceitó de arriba a abajo al Don, al que podríamos llamar desde hoy, Don Limpio, por lo reluciente que quedó el viejo.

En mitad del aceitado, la mucama desapareció, creo que fue en el mismo instante que la bruja, medio poseída, le pasó la mano por el culo y le dio una casi imperceptible palmadita, cosa que el viejo apreció con una sonrisa. Mientras, yo apretaba con toda mis fuerzas los dientes para no abrir la boca y lanzar así una sonora y frenética carcajada que hubiera echado a perder toda la representación. Mis fosas nasales parecían los dos tubos de escape de mi añorada Kawasaki a 220 Km/hora. Estaba bordeando el colapso.

Con unas ramas de laurel en mano, empezó a atizarle al viejo, el cual sufría impasible los fuetazos de la Merche que recitaba como un loro una lista de extraños santos, como San Carcomio o San Seculorum mientras le sacudía de lo lindo. Tuve que ir urgentemente al baño para no mearme encima y tratar de paso, calmar un poco al licántropo con agua fría, ya que hacía todo lo posible para salir a festejar el evento.
De regreso, la Merche estaba arrodillada invocando raros espíritus, mientras que el Bisagras desencajado lloraba con los ojos cerrados dando saltitos en su sillón, la risa le salió por lo bajinis, en forma de un largo y sonoro pedorrete. Estaba completamente descontrolado. Espeluznante.

El viejo padecía estoicamente todo lo que la bruja le hacía, sin hacer caso del cachondeo que acontecía a su alrededor, parecía estar completamente ensimismado, totalmente inmóvil, como una bestia a punto de ser atrapada,
Después del recital, la Merche sacó de su capazo, una especie de pipa de la paz india agujereada por los extremos. En la cazoleta metió harina o polvo blanco algo parecido y sopló con fuerza contra el viejo que acabó como un boquerón, rebozado a punto de ser metido en la sartén. El licántropo ante la alucinante visión se liberó finalmente dando un pavoroso grito cherokee, pero el viejo seguía ajeno a todo, como hipnotizado por la acción de la Merche.
Acto seguido, con un botellín lleno de aguardiente barato, se dedicó a regar con su boca, la cabeza del sargento farinetti y darle de propina otra tanda de fuetazos de ramas de laurel que a estas alturas del sainete ya habían perdido completamente las hojas. Fue todo un espectáculo de Dominación por parte de la Machete, se le notaba en los ojos que a estas alturas ya estaba totalmente salida de madre.
Al Don, solo le faltaba una gaita y salir desfilando bajo la gloriosa marcha "Scotland the Brave".
Creo que después de eso, no se le acercaría ni el propio Satanás por vergüenza ajena.
Eso si que sería una buena limpia, pero ¿Dónde encontrar una gaita escocesa?.
Finalmente, la Merche le dió dos palmaditas en el hombro y sentenció que el ritual había terminado con éxito total asegurando, no debía ya de preocuparse por nada. El Don había sido limpiado y engrasado, diría yo, listo para tirar unas cuantas millas más sin problemas.
El padre Carras no lo hubiera hecho mejor. Sólo faltaba que la cabeza del viejo diera media vuelta y preguntara ”Qué cojones me ha echo esta guarra!!”.

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Johnny
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Re: Crónicas de un abuelo

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Retorno

En toda historia que se precie, siempre hay un retorno, un volver a empezar eterno y repetitivo.
Nietzsche, en su obra "Así habló Zaratustra", plantea que no solo son los acontecimientos los que se repiten, sino también los pensamientos, los sentimientos y las ideas, vez tras vez, en una repetición infinita e incansable y eso es lo que está pasando con Don Benito y su maldito gato.
No sé lo que ha pasado durante estos días de ausencia durante las vacaciones, pero me he encontrado al Don con ganas de ajustarle las cuentas al gato y exterminarlo de una vez por todas. Parece que el remedio "magico" que le suministró la Machete ha tenido un efecto más bien escaso y limitado en el tiempo. Tal vez nos pasamos con el sainete montado y el rapto del tal Neko por parte de Lucifer fue demasiado fuerte para el viejo.
Lo encontré por la mañana en el paseo, sentado a la fresca sombra de un árbol y me fue desembuchando todas sus contrariedades como si yo fuera su cura confesor. Por educación fui asintiendo con la cabeza todo el tiempo, acompañado de vez en cuando por un breve "Ya" o un "Ajá" consolador, para que creyera que seguía su relato con atención e interés.
La confesión empezó de manera laica, sin un Ave María purísima que nos hubiera facilitado la introducción, sentados en un banco de piedra que al rato se convirtió en nuestra penitencia por su dureza. Don Benito me reveló que desde Mayo tenía un pescador del puerto que le suministraba las preciadas caracolas, las cuales pagaba a precio de oro. Sin embargo sus efectos iban mermando pese a aumentar la dosis de ingesta del calduflo por mi ideado. El efecto placebo, abandonaba ya su eficacia.

La relación con la mucama se había enfriado y todo el desaguisado lo imputaba a la obsesión que tenía por Lucifer. "Ya no trempo y ese jodido gato tiene la culpa, se pasa el rato mirándome a través de la ventana, Dios sabe lo que habrá hecho con Neko y lo que pensará hacerme", decía. "Cuando estoy tumbado en la hamaca del jardín, noto su mirada aún que no sepa dónde está.”

¿Cómo decirle al viejo, que su poca fortaleza es normal a su decrépita edad.?
¿Cómo decirle al viejo, que el poco "afecto" de la mucama se debe a la llamada de atención que la dio Ramoncín a la señora durante la fiesta del reto.?
¿Cómo decirle al viejo, que un gato no piensa, ni elabora venganzas.?
¿Cómo decirle al viejo que el gato no tiene la culpa de nada...bueno, de casi nada.?
El gato solo tiene la culpa de ser mal parido, de tener mala leche y gustarle las serenatas.

Me comenta el Don, que se encontró en el mercado, con la loca vecina que tiene acogido al demonio y aprovechó el viejo para preguntarle por sus gatitos. La loca habló por los codos dando un informe detallado de la situación. Parece ser que Lucifer es muy celoso y ha impuesto sus normas en la casa, al otro gato lo tiene acojonado, solo hace lo que Lucifer le permite.
"Lucifer siempre es el primero en todo" le comentó la loca. "El primero en levantarse, el primero en comer y el primero en salir". "¿Salir?" le preguntó el Don. "Si, le dejo salir todas las noches porque en casa hace calor y además, me destroza la puerta a base de arañazos si no le dejo salir, a si se desahoga el pobrecillo, que también tiene derecho" comentó la loca.

Don Benito ha descubierto la suelta nocturna del demonio por el barrio y ya está pensando otra vez cómo deshacerse del diablo. En este punto y antes de que me liara, me levanté, entre otras cosas por el dolor de culo que me daba el pétrido banco y corté el relato del viejo por lo sano, alegando falta de tiempo. Me alejé lo más rápido posible, como si el viejo tuviera la peste, antes de que me embaucara en otra desventura. Esto es como "El día de la marmota". Vade retro, Satana!.

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Re: Crónicas de un abuelo

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Domingas.

El relato se pierde en mi memoria y ya no recuerdo ni cuando, ni dónde vi por primera vez ese par de gemelas llamadas domingas, tal vez fue lo primero que vi cuando abrí los ojos por primera vez en mi vida y mi cerebro quedó “achicharrao”. Otro más de mis traumas infantiles.
Desconozco por completo de dónde procede el término “domingas” pero se me hace difícil relacionarlo con el domingo. El domingo no es un día especialmente alegre, más bien, como mucho de descanso, soso y algo estresante, por ser la antesala del lunes, el primer día de trabajo. He indagado un poco sobre el tema, pero me ha sido imposible saber el origen de la palabra en cuestión.

Tengo una amiga que a las domingas las llama "fatigas". Las tiene sobredimensionadas y es natural desde su punto de vista que así las llame, yo también me fatigaría si tuviera que ir cargado todo el día con cuatro kilos por delante y con todo el mundo mirándome. Es difícil tener la mirada en sus bonitos ojos, se requiere una gran concentración digna de un monje budista, pero es una chica muy simpática y alegre con la que puedo mantener una conversación muy amena. Siempre estaré agradecido de conocerla, por muy mal que me encuentre, si la veo me alegra el día.

A las domingas se las conoce también por otros nombres. Busto, Mamas, Tetas, Ubres (algunas), Pechos, Pechugas, Bolsas, Flanes, Melones, Limones (según tamaño), Sandías, Cocos, Peritas, Gemelas, Senos (extraña forma de llamarlas por que significa hueco, concavidad), Globos, Maracas, Campanas, Delanteras, Parachoques, Teteras, Torso y un largo etc, que depende de las distintas regiones y países.

En donde vivo, hace años que verlas es algo natural sin emoción alguna. Cada verano proliferan en las playas sin el menor pudor o vergüenza, son como los champiñones que de tan comunes que son, ya no hacen gracia alguna pero, un buen rovellón o níscalo, o una trufa negra es la alegría divina. Aquí ya se ha perdido totalmente el sentido de la curiosidad. A mi, personalmente, prefiero aquello que se intuye, que no lo que se ve, aún que a veces, cuando lo ves, te puedes dar un canto en los dientes llevándote una gran desilusión.

Eso me pasó hace años atrás con una vecina del barrio. La colindante comadre gustaba de mostrar escote, de aquellos que revelan un hermoso valle en mitad de esféricas montañas. Entre lo que enseñaba y lo que se le veía, era una tortura para la imaginación...hasta que un verano ella también se apuntó a la moda del topless playero. Apareció pertrechada con los aparejos habituales, en la cala que suelo bañarme con mi familia. Plantó su sombrilla a nuestro lado y se quitó el pareo hawaiano mostrando sin decoro sus dos domingas que cayeron sin pudor hasta su cintura. Desastre total. Sin el adecuado andamio aquello era una desgracia, fue el suicidio para su encanto. Un harakiri playero que destruyó por completo el misterioso encanto de su pechonalidad.

Bueno, aquí os dejo en este video un espectáculo digno del mejor virtuosismo. Se llama Sara Mills y como veréis… le gusta el rock y mover las...orejas. A mi también me gusta, lo confieso.
Espero que os anime el día y os de fuerzas para afrontar la semana...por aquello que "tiran más dos tetas, que dos bueyes una carreta."


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Johnny
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Re: Crónicas de un abuelo

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Allium Cepa.

Descubrí la cebolla en todo su esplendor, es decir desnuda y cruda, lista para pasar del plato a la boca. He de confesar que su revelación fue una pequeña argucia de mi gloriosa madre, que se le atravesó entre ceja y ceja, que "el niño tiene que comer de todo"...de todo era, todo lo que no quería.
Fue una de aquellas puñaladas ambidiestras que suelen dar los padres a sus amados hijos con engaño y alevosía, para que coman de una puñetera vez lo que se les pone en el plato.

La rodaja del bulbo irritante fue convenientemente camuflada en medio de una suculenta hamburguesa, cubierta de mayonesa, salsa ketchup y mostaza americana, para hacer más llevadero el sufrimiento de la ingesta de algo tan desagradable para mi. No se bien de dónde surgió el empeño de mi querida madre, tal vez por aquel dicho populachero de "Que con pan y cebolla, se le sube a uno la polla" ya que ese tema lo tenía siempre presente.
Algunas madres se enorgullecen ver el crecimiento de sus retoños. Hacen para sí, una oculta competición entre sus amigas, para ver quién de los niños del grupito es el más alto y se ponen como una moto cuando ven que otro les pasa por delante, está más que confirmado. Mi madre nunca fue de esas.
Su confesada obsesión, fue desde siempre que su retoño tuviera un buen miembro viril homólogo al mandinga, para poder presentarse en sociedad como Dios manda.
Se bien, que esa obsesión nació por cierto comentario que le hizo la mulata que venía a planchar a casa: "No le ponga calzoncillos a su nene que se le atrofiará la verga!. Dios mío!!". "Nosotras, a nuestros hijos los dejamos desnuditos. .Los "blanquitos" como ustedes se piensan que no tenemos dinero para comprarles ropita, pero lo cierto es que así se les desarrolla como debe ser".
Por eso yo nunca he usado sombrero...para que las ideas se desarrollen libremente en mi cabeza. En cuanto a lo demás...bueno, confieso que la mulata tenía razón. Si, admito que Don Benito y yo tenemos esa común semblanza interracial.

Bien, en cuanto a la cebolla...creo que es como el enredo de las caracolas de Don Benito. Un mito.
Aún así, el dichoso bulbo tiene sus propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y antisociales.
También recuerdo haberla utilizado en mis tretas, contra mi querido amigo el Bisagras.
Cierto día de invierno, el Bisagras se nos presentó jodido, tal vez con fiebre, pero con un intenso dolor de garganta que apenas podía articular palabra.

Por aquellos grises tiempos, no existía el descarado márketing televisivo que padecemos en la actualidad sobre los medicamentos y la gente, normalmente era reacia a la automedicación; así que le di un consejo para su gaznate dolorido. Empecé por contarle lo sabios que son los abuelos por su docta experiencia en la vida transcurrida, más en aquellos años que prácticamente salíamos de la Edad de Piedra y le metí con honda el eficaz y enérgico remedio de mi sabia abuela, para estos casos.

El medicamento en cuestión, como no podía de ser de otro modo, era a base de la planta natural Allium Cepa, es decir, a base de cebolla, su ingrediente principal. El procedimiento, descrito con toda pompa y seriedad era majar media cebolla, dos ajos y unas gotas de tabasco mejicano (con dos o tres era suficiente) y colocar esa "pomada antivírica" dentro de la boca, lo más cerca de la garganta, aguantar un buen rato así, cuanto más, mejor. "Mano de santo, Bisagras, lo se por experiencia",

El lunático e irreflexivo Bisagras, se aplicó por la noche, el pestilente ungüento recién bautizado "Untodrago" que, según sus propias palabras lo dejó seco en la cama y según el relato del traumático suceso, además se le apareció sonriendo la Virgen María sentada al lado de su cama.
Dioses!! Lo que hace la mente en situaciones extremas!! No es de extrañar, yo he hablado con el mismísimo Dalí, en una de esas calenturas febriles que me dan una vez cada diez años a causa de la gripe, cuyo ancestral remedio, aconsejado por mi docto y juicioso abuelo materno siempre ha sido dos aspirinas con una buena copa de cognac y a la cama. Al día siguiente, resucitado, no necesito tres días para salir del trance como Cristo. Os lo juro por la pipa de Gerónimo.

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Johnny
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Re: Crónicas de un abuelo

Mensaje por Johnny »

Riders on the storm.

Hoy está cayendo un diluvio en toda la costa del Mediterráneo y especialmente en mi pueblo. Las calles que desembocan en la playa van llenas como el río Amazonas en Marzo. Encima, hace un viento semihuracanado que es lo más indeseable del mundo ya que el paraguas protector no sirve para nada, he llegado a casa completamente duchado sin haberme quitado la ropa.
Al pasar por delante de la casa de Don Benito, vi que la puerta de su jardín estaba entreabierta o "entrecerrada" según cómo se mire, no me he aguantado la curiosidad de echar una ojeada.

He metido la nariz y me he encontrado a Don Benito sentado en una silla playera, semidespelotado, aguantando el chaparrón, con una mirada de ido, como distraído.
La verdad es que frío no hace pero, me quedé asombrado de su impasibilidad ante el aguacero.
Así que, he llamado a la puerta y he acabado de entrar del todo casi sin que se diera cuenta.
"!Coño Don Benito, qué hace, parece usted un Buda aquí sentado bajo la lluvia!!"
"Hola Johnny, estaba rememorando viejos tiempos, cuando estaba en el Congo, trabajando en la explotación maderera. La selva congoleña es inmensa y tiene unos árboles gigantescos. Cuando llovía, no parábamos de trabajar...y se me ha ocurrido sentarme bajo esta lluvia torrencial para recordar, sentir cómo las gotas golpean en mi cabeza, cómo el agua resbala sobre mi cuerpo."
“Pensé de estaba en plena meditación transcendental” le respondí con una mueca de media sonrisa.

Mirándole a los ojos, me vino a la memoria el coronel Kurtz y los procesos mentales que se producen en las personas que ocultan su estancia en el lado oscuro del alma humana y como afecta eso en sus conciencias. Entrando por sus pupilas, Don Benito me mostró su particular infierno sin él saberlo. Vi en su iris, el verde de la selva y el rojo de la sangre, el Dragón le devoraba por dentro.

Poniendo la mano en su hombro me despedí..."El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional. El cielo y el infierno están dentro de nosotros, Don Benito. Yo no vivo en ninguno de los dos, sólo vivo en el limbo, ni si quiera el purgatorio me interesa. No se remoje demasiado si no quiere acabar arrugado como una castaña pilonga". "Hasta la vista, Johnny", me respondió sonriendo, su sonrisa era amarga, como sus recuerdos.


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<A2>Rufo
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Re: Crónicas de un abuelo

Mensaje por <A2>Rufo »

¡Gimme Shelter!...uno de mis temas preferidos de los Stones. Esta es una de sus tantas versiones y pensar que ya tiene, casi...¡siete años!
Confieso que en mi juventud, quizás influído por las campañas "marquetineras" que los enfrentaban a los Beatles, casi no prestaba atención a su música (o la consideraba, inferior). Luego, con el paso del tiempo, aquella "beatlemanía" que me llevaba a no valorar otras expresiones ajenas a los Fab-four, abrió mis oídos a la música de otros grupos, entre ellos, a la de los Rolling Stones.
Suerte para mí que así fuera y una muestra más, entre muchas otras, de que nunca debemos cerrar nuestras mentes a lo que el mundo nos ofrece. Está bien que tengamos nuestras preferencias, porque es parte de nuestra identidad personal y nos define; a la vez, nos aleja de la peligrosa masificación de gustos y costumbres, pero todas las expresiones culturales deben ser valoradas y disfrutadas, sin prejuicios ni exclusiones. Nos gustarán o no, pero ese es otro tema.
En cuanto a tus narraciones, creo que deberías pensar en escribir de forma profesional (si es que ya no lo haces). Puede que para tí no sea más que una forma de expresión personal, como tantas otras, pero eres realmente bueno narrando (por lo menos, desde mi punto de vista), y quizás tengas un potencial escondido a explotar.

Un saludo.

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